- ¿Por qué estás tan triste, preciosa?
- Porque creo que no te volveré a ver más.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me lo ha dicho mi corazón.
- El corazón es un embustero, miente como un bellaco. Necesita estar protegido para no sufrir. El corazón no tiene inteligencia, por eso cuando se equivoca, sufre el doble. Es su castigo por jugar a ser la cabeza que es a quien hay que escuchar. Ella es la inteligente y a quien hay que hacer caso.
- Ahora sé que no te volveré a ver más.
- ¿Antes lo creías y ahora lo sabes?
- Sí, porque mi cabeza me ha dicho que alguien que sólo crea en ella es un completo necio que no merece la pena. Y como tú me has dicho: a la cabeza hay que hacerle caso.
- Porque creo que no te volveré a ver más.
- ¿Cómo lo sabes?
- Me lo ha dicho mi corazón.
- El corazón es un embustero, miente como un bellaco. Necesita estar protegido para no sufrir. El corazón no tiene inteligencia, por eso cuando se equivoca, sufre el doble. Es su castigo por jugar a ser la cabeza que es a quien hay que escuchar. Ella es la inteligente y a quien hay que hacer caso.
- Ahora sé que no te volveré a ver más.
- ¿Antes lo creías y ahora lo sabes?
- Sí, porque mi cabeza me ha dicho que alguien que sólo crea en ella es un completo necio que no merece la pena. Y como tú me has dicho: a la cabeza hay que hacerle caso.