¿Porque Nosotras lo Valemos?

- Tía… anoche tuve una pesadilla horrible…
- ¿Sí? ¡Cuenta!
- Soñé que me levantaba y al ir al cuarto de baño, me encontraba el armario vacío. Habían desaparecido ¡toooodas! las cremas hidratantes, el esmalte de uñas instantáneo, las ampollas “flash”, el corrector de ojeras, el de bolsas; el anticelulítico, el lápiz labial efecto colágeno, las máscara de pestañas extra volumen, el autobronceador, las lentillas de colores, y ese tinte que me pongo que hace que mi rubio artificial parezca natural.
- ¡Qué horror! Por cierto… ¿alquilamos SAW en el video club?
- ¿Después de mi sueño crees que esa peli me daría miedo? ¡Tú estás loca!
- Tienes razón. No hay color.

¿Nos vamos a la playa?

- Clava la sombrilla ahí.
- ¿No ves que se va a quedar pegadísima a la de al lado y vamos a estar codo con codo con ellos?
- Pues entonces clávala ahí.
- ¿No ves que están los críos jugando a las palas y nos van a estar dando con la dichosa pelota?
- Mira… clávala ahí.
- ¿No ves que no hay casi hueco para extender la toalla?
- Lleva la sombrilla al coche, que nos vamos.
- Sí… va a ser lo mejor.

¿Por qué número va?

- Buenos días, ¿qué le ocurre?
- Nada, vengo a por unas recetas porque me he echado una novia.
- ¡Pero esto es la seguridad social!
- A ver, le explico: mi amigo A dice que su novia es tan absorbente como una compresa. B que habla tanto que se tiene que tomar una aspirina. C que cuando la ve recién levantada necesita un almax. D que se pone tan nervioso cuando quedan que no para de tomar fortasec. E que desde que lo dejó no puede pasar sin prozac. F que se le va el sueldo en condones porque es adicta al sexo. Ahora… salvo las compresas y los preservativos, ¿me podría usted recetar el resto?

Parejas... ¿ideales?

- ¿Cómo es tu hombre ideal?
- Guapo, inteligente, divertido, cariñoso, buena persona, con personalidad…
- ¡Pero si me has descrito a mí!
- ¿Y cómo es tu mujer ideal?
- Guapa, inteligente, divertida, cariñosa, buena persona, independiente…
- ¡Pero si me has descrito a mí!
- Pero… tú no me gustas.
- Ya… ni tú a mí tampoco.

Esto ya no es lo que era.

Estaba yo ahí atareada limpiando la chimenea cuando el Hada Madrina se me apareció:

- ¿Dónde quieres que te lleve, Cenicienta?
- ¡Al baile del príncipe!
- ¿Estás segura?
- ¡Ya te digo!

¿No es ese Marichalar? ¿Y esa Letizia? ¿Esa trenza tan bien hecha no pertenece a Elena? ¿Y esos ojos azules a Urdangarín? ¿Me está mirando Rania de Jordania? ¿Y Magdalena de Suecia? ¿Me está sonriendo el que suelta el discurso navideño cada año? ¿Es Felipe ese que viene hacia mí? ¿No le sigue Cristina?

Dong… dong… dong… Echo a correr con los zapatos de cristal en la mano por temor a perder alguno y que la Casa Real me encuentre y me detenga por intrusismo, allanamiento de morada o ¡vaya usted a saber qué! y a ver cómo les explico que mi Hada Madrina es una adelantada a su época.